jueves, 4 de junio de 2009

CENTINELAS DEL MAESTRO

Escucha! Tus centinelas alzan la voz, y juntos gritan de alegría, porque ven con sus propios ojos que el Señor vuelve a Sión (Isaías 52: 8).
Don José era un hombre sociable y muy servicial. Su amor y fervor religioso lo llevó a promover la construcción de una parroquia. Este hombre organizaba ventas y rifas para reunir fondos para edificar el templo católico. Cada domingo se le escuchaba llamar a la comunidad por un alta voz para que cooperaran con el proyecto. Fue tanta su labor que finalmente lograron terminar el inmueble sagrado.
Un día en que yo pasaba a recoger una prenda a la tintorería, el dueño me informó que don José estaba muy grave pero que la familia no quería visitas, además el sacerdote no había ido a visitarlo. Entonces vi la oportunidad para llevarle el mensaje de esperanza. Por fortuna me encontré con su hija. Le pregunté por la salud de su padre y me dijo que estaba muy grave. Expresé mi interés para ir a visitarlo y me dijo que estaba bien. Así que le llevé un folleto sobre la Ley de Dios. Después de algunas visitas le propuse tomar la Santa Cena como lo estableció nuestro Señor Jesús y aceptó inmediatamente. Sus hijos nos esperaron ese día junto con algunos vecinos. Era sábado de tarde y nos acompañó un pastor para oficiar el servicio de comunión.
Días después pregunté por don José. Su hija me dijo que había fallecido, pero que antes de morir dijo que tres veces soñó que el Señor le decía que se preparara porque pronto moriría. Creo que lo veré cuando Jesús venga en gloria por segunda vez, porque don José aceptó el mensaje que le fue presentado antes de bajar al sepulcro. ¡Me siento feliz de haber sido un instrumento para compartir el mensaje de salvación! Amiga, hoy te invito a tomar tiempo para hablarle a alguien sobre el amor de Jesús. Decídete a ser una centinela del Maestro que anuncie a este mundo el pronto regreso del Señor.


Graciela de Sapiens
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

UN TRABAJO DE PRIMERA CATEGORÍA

Que la bondad del Señor, nuestro Dios, esté sobre nosotros. ¡Afirma, Señor, nuestro trabajo! ¡Afirma, sí, nuestro trabajo! Salmo 90:17

Cuando el curso acaba, muchos jóvenes empiezan a buscar un trabajo para el verano. Pero, cuando hay tantos que buscan uno, no siempre es fácil encontrarlo. No puedo ayudarte a encontrar un trabajo, pero me gustaría darte algunas ideas sobre cómo conservarlo una vez lo hayas encontrado.
1. Sé puntual. Una vez tuve un jefe que decía: «Si no llegas al menos cinco minutos antes, llegas tarde». Ser puntual le dice al empresario que te tomas en serio el trabajo.
2 .Mantente ocupado. Cuando construíamos nuestra casa, dos obreros a tiempo parcial captaron mi atención. Steve pasaba la mayor parte del tiempo entreteniendo a los demás. Se apoyaba en la pala y empezaba a contar chistes mientras los demás trabajaban. Me sorprendió. Rob era justo lo contrario. Estaba ocupado cada minuto mientras estaba en el trabajo. Cuando completaba una tarea, no esperaba a que el capataz le dijese qué tenía que hacer luego. Siempre encontraba algo por hacer. No me sorprendió que el capataz me dijera que quería contratar a Rob en plantilla.
3. Haz más de lo que se espere de ti. Si siegas el césped, perfila alrededor de los árboles y barre las aceras cuando hayas terminado. Las niñeras pueden quitar el polvo y pasar la aspiradora o fregar los platos.
4. Hazte imprescindible. No rechaces un trabajo si puedes hacerlo. Y hazlo de manera que puedas estar orgulloso de él. El empresario que no tiene que comprobar que el trabajo se hizo correctamente es feliz.
5. Sé honrado en todos los aspectos. Si trabajas a horas, observa un horario estricto. No te quedes con cosas que no te pertenecen. Si cuidas niños, no te acerques al refrigerador a menos que los dueños de la casa te hayan dado permiso para abrirlo.
Quizá haya escasez de empleos, pero los trabajadores que dan el 110% siempre están muy solicitados.
Tomado de la Matutina El viaje Increible.

¿QUÉ SIGNIFICA LLEVAR LA CRUZ?

El que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Lucas 14:27

Los discípulos comprendían el significado de las palabras de Jesús. Seguramente habían visto, o sabían, que los criminales eran ejecutados en una cruz. Sabían que llevar la cruz significaba una sola cosa: Era un viaje en una sola dirección; los hombres condenados a tan horrible suplicio jamás regresaron a sus hogares, y nadie volvió a verlos. En otras palabras, llevar la cruz era sinónimo de muerte.El discípulo de Jesús que lleva la cruz muere a la vida antigua. El principio de la vida antigua era el yo. El principio de la nueva vida no es el yo, sino Cristo. Es una vida con el yo crucificado, una vida en la que la voluntad de Dios es suprema en cada cosa que se emprende. Es seguir a Cristo en su senda de negación propia. Es aceptar el sufrimiento como parte de la vida.Una vez aprendida y aceptada la aplicación de la cruz a la vida personal, queda resuelto el problema de la adopción de decisiones en ía vida diaria. Ya no nos preguntamos: «¿Debo hacer esto?» o «¿Debo hacer aquello?» Mi deseo ya no está centrado en lo que quiero hacer, sino en lo que es bueno y perfectamente aceptable según la voluntad de Dios para mi vida. Llevar la cruz significa morir a las pasiones de la carne. El viejo hombre ha muerto y ya no respondemos a su llamado; respondemos, más bien, a los impulsos del hombre nuevo. Nuestros afectos están puestos en las cosas de arriba. Llevar la cruz significa morir al programa del hombre viejo, que consistía en marchar al ritmo del mundo. Pero el programa del nuevo hombre ve al mundo de otra manera: ya no para buscar los deleites del pecado, sino a los pecadores perdidos.La vida de! discipulado no es fácil. «Cristo dice: "Dámelo todo. No deseo tanto tu tiempo, tu dinero o tu trabajo; te deseo a ti. No vengo a atormentar tu yo, vengo a matarlo. Ninguna cosa a medias o parte de algo es buena. No deseo cortar una rama aquí y otra ailá. Deseo tener el árbol completo derribado en el suelo. No deseo taladrar el diente, sino extraerlo de raíz. Deseo la entrega completa del yo natural, de los deseos que tú consideras inocentes como de aquellos que consideras malos"» (C. S. Lewís).El discipulado lo requiere todo. No hay excepción. Nadie llega jamás a ser discípulo de Cristo y vive una vida fácil a la vez. Jamás se encontrará un verdadero discípulo de Cristo viviendo cómodamente la vida, sino preocupado por el cumplimiento de la misión.


Tomado de la Matutina Siempre gozosos